Nota de prensa

“A voluntad del bien de otro”

El amor, a diferencia de sus opuestos, siempre construye y bendice

Es natural preocuparse por nuestras propias necesidades, nuestro propio bienestar. Prácticamente todos los seres vivos tienen instintos de autodefensa y auto conservación. Pero no estamos destinados a ser como otros seres vivos, y nos guiamos por algo mucho más elevado que los instintos.

Es por eso que nuestras almas resuenan con principios y verdades eternas que nos elevan por encima de las preocupaciones mundanas. Quizás el más universalmente inspirador de estos es el amor, que Santo Tomás de Aquino escribió "nos mueve a la voluntad del bien de otro". Cuán diferente es del espíritu de interés propio. Y cuán esencial es, porque sin este tipo de amor, otras personas con diferentes puntos de vista o diferentes metas pueden parecer una molestia, incluso un enemigo. En poco tiempo, la sociedad estaría gobernada por el desprecio, el antagonismo y la discordia. Lamentablemente, no es difícil ver evidencia de esto en nuestro mundo de hoy.

En una reciente graduación universitaria, el autor y científico social Arthur C. Brooks sugirió un remedio. "Si vamos a vencer el problema del desprecio", dijo, "vamos a necesitar algo más radical que la cortesía, algo que responda al verdadero deseo de nuestro corazón. Necesitamos amor".

 

Piense qué podría pasar en nuestras comunidades, nuestros lugares de trabajo, nuestros hogares y familias, si no hubiera desprecio. ¿Es posible estar en desacuerdo, incluso muy en desacuerdo, sin cruzar la línea hacia el desprecio? ¿Es posible preocuparse genuinamente, incluso amar, a aquellos con quienes no estamos de acuerdo? ¿Es posible dejar de lado, por un momento, nuestro propio bien para "hacer el bien de otro"?

Debe ser posible, ¡y lo es! En esos momentos en que nos sentimos agobiados por la hostilidad que nos rodea, podemos recordar que la compasión siempre es más útil que el desprecio, la cortesía siempre es más efectiva que la grosería, y el amor siempre es más poderoso que el odio.

El amor, a diferencia de sus opuestos, siempre construye y bendice. Al gastar más de nuestro tiempo y energía, más de nuestro corazón, en buscar el bien de otro, podemos difundir la luz y el amor. Este es el camino, el único, para superar el egoísmo y la amargura y crear el mundo que todos esperamos.

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